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viernes, 11 de agosto de 2017

Comunicar en público



A algunos os puede interesar este artículo ya que trata sobre cómo hablar en público, asunto de suma importancia para mucha gente. Intentaré hacer una crítica constructiva sobre un artículo de cierto periódico que decía: “…la escasa capacidad de trabajadores y ejecutivos para expresarse en público” … & … “alrededor del 90% de los profesionales necesita esta habilidad en su día a día laboral: desde profesores a abogados, pasando por ingenieros, periodistas o los propios ejecutivos de las compañías”. ~ En realidad vamos a hablar del “miedo escénico” producido por una forma de timidez o vergüenza algo peculiar por afectar a un número mayor de personas que lo sufren, aunque a la mayoría les preocupe muy poco su padecimiento.
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Pienso que es relativamente cierto el que casi todos los seres humanos tendamos a inhibirnos cuando nos encontramos frente a un grupo o medio social y que esto merma nuestra capacidad de comunicación. La crónica en cuestión daba como solución a este problema, la naturalidad y estoy de acuerdo con ello, pero no con lo de que “un orador no es un actor, no tiene que tratar de ser alguien diferente; la humildad, no creerse mejor que nadie, tampoco de la audiencia que está escuchando, y hablar con el corazón, con sinceridad”. ~ Yo entiendo que todos somos actores y los oradores tanto o más que los “peatones”… Recuerdo los temblores que me entraban cuando, en mis años jóvenes y con mi grupo, tenía que cantar en una actuación musical. La música es otra forma de comunicar y se rige por los mismos principios: es más eficaz si lo hacemos con naturalidad. ¿Quién puede negar esto sin apartarse de una cierta cordura o lucidez? Pero lo que propongo ahora es acercarnos al quid de la cuestión.
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En este aspecto no hay diferencia entre “oradores” y “actores”. La diferencia se limita a que los actores deben meterse en la piel de un personaje ficticio o extraño pero, en lo concerniente al miedo escénico, nos encontramos todos a la par o en la misma situación. Por lo tanto, ser “alguien diferente” no es la causa del defecto que tratamos, ni la humildad (que no viene a cuento), aunque sí lo de “con sinceridad”, pero matizando que esa sinceridad debe ir de la mano de la espontaneidad: naturalizar nuestras actuaciones en público es el objetivo y éste atañe tanto a actores, músicos, cómicos, oradores, como a cualquier otra persona que se convierta por un instante en comunicador ante un grupo de gente o una cámara de vídeo o TV. Representar un papel u otro, incluso representarse a sí mismo, no cambia nada sobre nuestro miedo al público sino que, simplemente… ¡es otro tema! De modo que separemos los conceptos, ¡por favor!
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Lo que se pasa por alto es que, en cualquier disciplina, la práctica nos convierte en mejores ejecutores de su ciencia. Ejercitando el acto de hablar ante un auditorio, la normal consecuencia es el mismo aumento de nuestra capacidad para hacerlo, de tal manera que no constituye desemejanza con lo que ocurre en otras materias. Es de suponer que, con el tiempo, mejoraremos en soltura, naturalidad y miedo, ya que el temor lo origina la sensación de incertidumbre cuando queremos experimentar algo por primera vez, o sea: ¡el miedo a lo desconocido! ~ La pericia o veteranía, pues, es la mejor medicina para este tipo de afecciones, siempre que sus alteraciones no respondan a patologías o carencias más graves de lo habitual, con las que incluso podrían empeorar con una praxis mal orientada o concebida.
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Después entramos en mi especialidad, a saber: ¡El diálogo! Y leo textualmente: “El arma central para comunicar es saber escuchar, y el debate parte de esa premisa”. Aquí ya, el desvarío es superior… pues para comunicar sólo tenemos que dominar el manejo del idioma que es la herramienta para poder trasladar el contenido de nuestras ideas, de nuestra propia mente a la de otra u otras personas y, por pura lógica, lo que expresemos debe realizarse con la máxima fidelidad posible hacia nuestros pensamientos. Así que el “¿arma central?” para comunicar es, a mi juicio, nuestra pertinente capacidad para expresarnos correctamente… ¡únicamente eso! ¿O no está lo que acabo de decir en consonancia con la objetividad y la lógica?
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Entonces, ¿qué hay sobre “saber escuchar”? Pues simplemente que es el “¿arma central?” de o para los debates. ~ Con el fin de poder saborear los frutos de cualquier diálogo, éste debe realizarse con la intención clarísima de comprender y, si procede, de convencer, pero ¡nunca de vencer!  Para ello, deberemos olvidarnos de hacer uso de grandilocuencias y desechar las retóricas ingeniosas que pudieran resultar provechosas para nuestro egocentrismo o vanagloria y emplear argumentos fidedignos expresados con frases comprensibles con el único propósito de encontrar o aproximarnos a la realidad (por no denominarla “verdad” cuyo concepto representa algo inalcanzable para la especie humana, al menos mientras permanezcamos encerrados en este Mundo aparentemente abierto). Éste es el mejor camino para llevarnos a degustar esos sabrosos frutos del entendimiento y del razonamiento. Y éstas no son otras que las premisas para dialogar con efectividad.
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A continuación leo, textualmente: “No nos preparan desde pequeños a desenvolvernos en público. A partir de siete años, los pequeños ya pueden aprender a defender con argumentos un tema”… Independientemente de la edad (supongo que el autor sabrá su correspondiente porqué), aquí se mezclan los dos conceptos que ya he intentado aclarar y desglosar: 1.- “desenvolvernos en público” y 2.- “defender con argumentos un tema”. En mi opinión, si enseñamos primero a entender o comprender, podremos seguir con algunas instrucciones sobre argumentar debidamente y, posteriormente, la enseñanza que nos ocupa: ¡comunicarlo en público! ¿De qué nos serviría saber mantener la calma y naturalidad propia de anunciar o informar a los cuatro vientos, si lo que vamos a transmitir está tan mal estructurado, redactado o expresado como el artículo al que estoy procurando criticar de modo edificante?
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Para concluir, quiero resumir mi opinión acerca de este poco tratado tema: Considero que es mucho más importante saber argumentar con rectitud y eficacia los pensamientos que queremos comunicar o trasladar que hacerlo con un total dominio del arte de expresarse en público, pero con carencias o malformaciones en la argumentación. Llevar a la audiencia un mensaje claro y organizado a través de métodos eficientes, nos hará albergar seguridad en nuestro trabajo y, en consecuencia, alejar esos horribles fantasmas del fracaso que arrastran esa pesada inseguridad con sus espantos o acoquinamientos en bandolera.
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JHMoraleja: Aprende a pensar primero para sacar buenas conclusiones y, después, aprende a comunicarlas convenientemente.
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martes, 8 de noviembre de 2016

DEPRESIONES (1)

Imagen de Jaume Jaime Hornero Martínez os traslada este artículo... ¡No es mío!

Nadie puede volver el tiempo atrás, pero se puede volver a empezar.


De mi madre, aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo. Ahora mismo le puedes decir basta a los hábitos que te destruyen, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida por el camino perdido.
Ahora mismo le puedes decir basta al miedo que heredaste, porque la vida es aquí y ahora. Que nada te distraiga de ti mismo, debes estar atento porque todavía no gozaste la más grande alegría, ni sufriste el más grande dolor.
Vacía la copa cada noche para que Dios te la llene de agua nueva en el Nuevo día. Vive de instante en instante, porque eso es la vida. Me costó 57 años llegar hasta aquí, ¿Cómo no gozar y respetar este momento?  Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿Por qué te preocupas tanto?
No te sientas aparte y olvidado, todos somos la sal de la tierra. En la tranquilidad hay salud, como plenitud, dentro de uno. Perdónate, acéptate, reconócete y ámate. Recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad, borra el pasado para no repetirlo, para no abandonar como tu padre, para no desanimarte como tu madre, para no tratarte como te trataron ellos; pero no los culpes, porque nadie puede enseñar lo que no sabe, perdónalos y te liberarás de esas cadenas
Si estás atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces serás siempre nuevo. Tienes el poder para ser libre en este mismo momento, el poder está siempre en el presente porque toda la vida está en cada instante, Pero no digas NO PUEDO ni en broma, porque el inconsciente no tiene sentido del humor, lo tomará en serio, y te lo recordará cada vez que lo intentes.
Si quieres recuperar la salud, ABANDONA la crítica, el resentimiento y la culpa, responsables de nuestras enfermedades.
Perdona a todos y perdónate a ti mismo, no hay liberación más grande que el perdón. No hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza, y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica (agotadora y vana tarea), que te hace juez y cómplice de lo que te disgusta.
Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella.
El bien y el mal viven dentro tuyo, alimenta más al bien para que sea el VENCEDOR cada vez que tengan que enfrentarse. Lo que llamamos problemas, son lecciones, por eso nada de lo que nos sucede es en vano.
NO TE QUEJES, recuerda que naciste desnudo, entonces ese pantalón y esa camisa que llevas, ya son ganancia. Cuida el presente, porque en él vivirás el resto de tu vida.
Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser será, y sucederá naturalmente.
Facundo Cabral

DEPRESIONES (2)

¿UN AMANTE?...   ¡Para la DEPRESIÓN! ~

Imagen de JHM Aquí traslado, en la primera parte, un artículo que no es mío, textualmente, sin corregir faltas de ningún tipo... ¡El resto, SÍ, forma parte de mis propias opiniones y consejos!
No soy psiquiátra, ni psicólogo, pero llevo muchos años padeciendo esta desagradable enfermedad, poco conocida por los que no la padecen... ¡Y los hay que, hasta se burlan de ella!... ¡Pobre gente!

Hay que tener un amante...

Publicado el 4/8/2013 por "La Brújula del Ciudador".

amante

Muchas personas tienen un amante y, otras, quisieran tenerlo. También están las que no lo tienen, o las que lo tenían y lo perdieron. Y son, generalmente, estas dos últimas, las que vienen a mi consultorio para decirme que están tristes o que tienen distintos síntomas como insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o los más diversos dolores.
Me cuentan que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan nada más que para subsistir y que no saben en qué ocupar su tiempo libre. En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas.
Antes de contarme esto ya habían visitado otros consultorios en los que recibieron la condolencia de un diagnóstico seguro: ”Depresión” y la infaltable receta del antidepresivo de turno.
Entonces, después de que las escucho atentamente, les digo que no necesitan un antidepresivo; que lo que realmente necesitan, ES UN AMANTE.
Es increíble ver la expresión de sus ojos cuando reciben mi veredicto. Están las que piensan: ¿Cómo es posible que un profesional se despache alegremente, con una sugerencia tan poco científica? Y también están las que, escandalizadas, se despiden y no vuelven nunca más.
A las que deciden quedarse y no salen espantadas por el consejo, les doy la siguiente definición: Amante es: “Lo que nos apasiona”. Lo que ocupa nuestro pensamiento antes de quedarnos dormidos y es, también, quien, a veces, no nos deja dormir. Nuestro amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja saber que la vida tiene motivación y sentido.
A veces a nuestro amante lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos en alguien que no es nuestra pareja. También solemos hallarlo en la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en el deporte, en el trabajo cuando es vocacional, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en el estudio, o en el obsesivo placer de un hobby… En fin, es “alguien” o “algo” que nos pone de “novio con la vida” y nos aparta del triste destino de durar.
¿Y qué es durar? – Durar es tener miedo a vivir. Es dedicarse a espiar como viven los demás, es tomarse la presión, deambular por consultorios médicos, tomar remedios multicolores, alejarse de las gratificaciones, observar con decepción cada nueva arruga que nos devuelve el espejo, cuidarnos del frío, del calor, de la humedad, del sol y de la lluvia. Durar es postergar la posibilidad de disfrutar hoy, esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que, quizás, podamos hacerlo mañana.
Por favor, no te empeñes en durar, búscate un amante, sé tú también un amante y un protagonista… ¡De la vida! Piensa que lo trágico no es morir... Al fin y al cabo, la muerte tiene buena memoria y nunca se olvida de nadie.
Lo trágico, es no animarse a vivir... ¡Mientras tanto y sin dudar, búscate un amante!
La psicología, después de estudiar mucho sobre el tema, descubrió algo trascendental: “Para estar contento, activo y sentirse feliz, hay que estar de novio con la vida”.

Jorge Bucay

Añado la respuesta que di al siguiente comentario:
Samuel:
Este artículo calca lo que siento, o mejor dicho lo que padezco. Y eso que estoy casado, tengo trabajo, pequeñas aficiones… pero no me llenan, no sé si es depresión o qué. Si os pasa lo mismo que a mí y tenéis la ilusión de que algún día encontréis a ese algo o a ese alguien que os encienda la llama de la ilusión, por favor decídmelo. La verdad es que necesito ánimos y algún consejillo me vendría bien.

 
 Jaime Hornero:
Samuel, la depresión es algo que acecha al ser humano, desde que, éste, supongo, dejó de tener que cubrir, con cierto esfuerzo, las necesidades vitales más necesarias para su subsistencia, lo que hace que perdamos interés por ella, en mi opinión, por la simple razón de que lo fácil no estimula y, en cambio, las dificultades tienen el aliciente, cuando son superadas, de hacernos sentir nuestra relación con la vida, pudiendo alcanzar lo que llamamos "felicidad", que no es diferente a lo que, yo, calificaría como "satisfacción del deber cumplido" o "gratificación por las cosas bien hechas"... ¡Así es como enfoco, yo, este tema! ~ Esta sociedad, llamada del "bienestar", tiene poco de natural y, por lo tanto, debemos equilibrar la balanza de acuerdo con las leyes de la naturaleza... ¿Qué debemos hacer? ~ Suplir la carencia de esos elementos básicos por otros proyectos que nos mantengan vivos, imponiéndonos la obligatoriedad de realizarlos con ilusión o vocación. Lo normal es que cada uno busque o intente apuntarse a la actividad que más se acople a su idiosincrasia. En la sección de "REFLEXIONES" de mi página web "El Club del Ocio JHM", tengo la intención de colgar un artículo sobre esta cuestión, pero necesito unos días, pues, ahora, estoy muy ocupado... Tengo mucho que decir sobre esta enfermedad, la cual he padecido también y quiero hacerlo debida, responsable y decentemente. Aprovecharé este comentario para que me sirva algo así como de plataforma de arranque o de partida. Así que, de momento, sólo puedo decirte... ¡Ánimo! Hay forma de superar esto y doy fe de ello. ¡Salud y suerte, amigo!
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Y, éste es un comentario añadido el 8-8-13
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Quiero meditar seriamente y exponer mis valoraciones, para el aprovechamiento de todos y, más que sobre el artículo en sí, pues ya lo he hecho anteriormente, sobre los comentarios que vertirmos en este blog, sobre él y, en general, sobre este interesante y apasionado tema... ¡El de engancharse a la vida! ~ Mi criterio es que debe aceptarse la sana realidad de que cada uno tengamos nuestras propias opiniones, pues es nuestro deber como seres racionales que somos o deberíamos ser, aunque creo que, también, tenemos la obligación moral de elaborar nuestros pensamientos con algo más de fundamento y conocimiento... ¡Algo de raciocinio!

La depresión es un tema muy delicado y hay que trabajar mucho para alcanzar su entendimiento. Algunos comentarios simplistas podrían conseguir dañar a la persona que sufre, sin que el hacerlo beneficiara a su autor o le solucionara sus propios apuros, preocupaciones o contratiempos, luego... ¿Porqué hacerlos?... ¿Para alimentar polémicas? ~ Como yo lo veo, el camino más racional para dar solución a nuestros problemas es querer poner remedio o, al menos, no obstaculizar más, los de los demás. Ayudarnos unos a otros, puede significar dar un paso adelante en esta larga andadura humana... ¡Mucho mejor que ponernos zancadillas!

La felicidad, o simplemente las ganas de vivir, no es un sentimiento tan fácil de controlar como unos cuantos aseguran y me extraña mucho el que algunos de mis congéneres no hayan captado, aún, la triste e indudable verdad, demostrada por la Historia, de que siempre han existido seres humanos "Felices sin nada", así como, también, lo ha habido "Vacíos con todo", incluyendo toda una gama o abanico de gradaciones entre los primeros y los segundos, que serían los últimos... Es como Dios lo ha querido, para los que crean en Él, como nos ha hecho la Naturaleza, para los que crean en Ella, o como tu tercera opción, tan válida como cualquiera... ¡Qué sé yo! Si lo supiera, no estaría, aquí.

Me parece de una relativa comodidad, el pensar que el resto de "mortales" debería sentir la felicidad con aquello que, nosotros, podríamos conseguir alcanzarla o teniendo las mismas condiciones para llegar a serlo. No somos iguales, luego... ¿Porqué hemos de sentir igual? ~ El aspecto cultural de esta materia o temática es importante, pero no decisivo, salvo mejor juicio... ¡Siempre han nadado y nadarán, algunos peces, en contra de la corriente! De ahí que aconseje, a cada cual, buscar su propio camino y que se imponga sus propias metas y formas de trabajar para alcanzarlas.

Por otra parte, las creencias y dogmas sectarios, como los religiosos o de cualquier otra índole, no deben mezclarse con las reflexiones intelectuales, si quieren ser respetadas, pues son de "otro reino"... ¡Al César, lo que es del César! ~ Son asuntos de fe, confesiones que no pueden convivir con los razonamientos. Los credos clericales no se explican, ni se razonan. Podría decirse, por poner unas gotas de humor a esta intervención mía, tan grave y seca, que las doctrinas, las tomas o las dejas... ¡Como se dice de las lentejas! ~ No son ideologías, sino principios que pretenden suplir a la moral, cuando ésta está ausente, por consiguiente veo fuera de lugar, cualquier pretensión de incluirlas en este, ya de por sí, desordenado debate o coloquio...  ¡Cada cosa, en su sitio, amigos!...   ¿Convienes, en ello, conmigo, compañero?

En resumen, según como yo lo capto, la felicidad, la ilusión, la vitalidad o cualquier otra sensación o emoción se pueden tener, o dejar de tener, estando solos o acompañados, buscándolos fuera o dentro, poseyendo todo o nada y cualquier otro condimento que se te pueda ocurrir, entonces... ¿Qué debemos hacer? ~ Yo considero que cada uno tenemos que buscar nuestro camino y, esto, es perfectamente compatible con ofrecer nuestra ayuda a todo el que la necesite, pues quiero apreciar que el ser humano no se construye individualmente, sino que es un individuo que se construye colectivamente. La colaboración entre nosotros y el intercambio de las plurales visiones, sobre cualquier asunto, nos enriquecen... ¡Resistirnos a esta evidencia, es frenar nuestro desarrollo!



Nuestra evolución o realización como personas, en todos nuestros cuerpos, nos acerca a la Divinidad. Yo llamo a esto: Cumplir con nuestro deber de seres humanos privilegiados, por nuestra dotación de inteligencia y que hemos venido a este mundo, para aprobar un curso. Si suspendemos habrá infierno, el de tener que repetirlo, en contra de nuestra voluntad como espíritus. Si lo aprobamos, habrá paraíso, por tener la satisfacción de, si no fue una evolución completa, volver al siguiente curso, más agradable y satisfactorio que el primero. Los religiosos lo plantean de otra manera, pero, yo, lo presiento así... ¡Qué le vamos a hacer!... ¡Soy agnóstico! y, como ideología, practico el librepensamiento. ¿Raro?... ¿Malvado?... ¡No lo sé! Simplemente, son mis creencias, las que me obliga a practicar mi conciencia...  ¡Mis propias y sincerísimas convicciones!...  ¡Qué lata os estoy dando! ¿Verdad?

Como ya dije, antes, en mi primer comentario a este bonito artículo, en breve, colgaré un nuevo apartado que enfoque esta explosiva cuestión, con más análisis y estudio, como debe hacerlo cualquier librepensador que se precie. En él, plantearé mis experiencias personales y las conclusiones que he sacado de ellas... ¡Pero tardaré!... Se me acumula el trabajo y... ¡No quiero, ni es bueno, correr para realizarlo! Si queremos que salga bien.

La Reflexión (1)

Presentación:
Deseo, si puedo, analizar la REFLEXIÓN y sus formas de desarrollarla, con la máxima eficacia... ¡Lo intenteré!... ¡Leámos!

Todos estos artículos, incluídos en este título-raíz, o etiqueta "Sobre la reflexión", están ligados al librepensamiento, de tal manera que pueden considerarse como métodos aptos o consejos válidos para posibilitarnos el cumplimiento de nuestras obligaciones intelectuales. Imperativos y deberes que manan de nuestro propio derecho natural, como seres poseedores de inteligencia y en justa compensación por recibir este regalo de la Madre Natura, de Dios o de la atribución a quien, cada cual, quiera, libremente, designar. Si queremos ser agradecidos por la concesión de este "don", debemos corresponder a ello, como bien nacidos a los que premia la "divina providencia" o aquella resolución a la que, tú, desees asignarle... ¡Tengamos la fiesta en paz!... ¡Cada cordero con su rebaño!

Me quiero dedicar a publicar ciertas reflexiones ofrecidas, en la medida de lo posible, con la mayor seriedad y objetidad posible, y vertidas en algunos artículos míos o de otros que decidan aportar sus colaboraciones. Serán bienvenidos, pero, como se puede suponer, deberán contar con mi aprobación para ser publicados aquí. Cualquier pronunciamiento que esté en esta línea que muestro y con contenido novedoso y bien confeccionado, será recibido con gratitud por mi parte y, posiblemente por la mayoría de los lectores. Presentaré meditaciones que versarán sobre asuntos, con criterios independientes, que no repitan las falsedades o falacias con las que, muchas veces, nos bombardean algunos, por pasar "de boca en boca", sin ajustarse a la verdad, como viene siendo, ya, costumbre en estos tiempos confusos y revueltos... Algunos periodistas repiten informaciones que circulan por sus círculos, sin consultar las fuentes originales o adecuadas, una... ¡Enorme falta de profesionalidad, amigos!

La casi totalidad, por no decir todos, ya que suena mal y me parece algo injusto, de los críticos o comentaristas de moda, lo son, creo, precisamente por no salirse del marco establecido que ampara las opiniones que están en boga, esas o aquellas que se consideran aceptables para la gran mayoría de nuestra sociedad que, por otra parte y casualmente, es la que los alimenta o sustenta, aunque indirectamente. No se detienen demasiado a analizar si sus razonamientos están elaborados con equilibrio e imparcialidad, o si las corrientes de pensamiento por las que se dejan arrastrar son beneficiosas para nuestros verdaderos intereses generales, pues esa extraña y agitadora idea no les seduce, ni tiene, desde su óptica, aprovechamiento o rentabilidad.

¡Esto es lo que consideran ellos! ~ Y, así, cómodamente, lo prefieren pensar, porque, con lo contrario, podrían hacerles caer en el desprestigio, en un desprecio o rechazo general, y ¿quién sería el guapo que estuviese dispuesto a enfrentarse con esa posible temeridad? ¿Quién sería tan irresponsablemente osado como para aventurarse a caminar por esas tierras fangosas y diabólicas?... ¡No sé si están tan acertados como a ellos mismos les apetece imaginar! Entiendo que es su profesión y que deben cumplir con deberes que no siempre coinciden con sus predilecciones. Que se tienen que ganar la vida, sí, pero... ¿No es una excusa demasiado reiterada?

Seamos librepensadores formales, sin repetir sistemáticamente, todo aquello cuya veracidad se ponga en tela de juicio y, solamente porque lo leamos u oigamos en algunos medios de comunicación que no son, precisamente, los más acertados, en multitud de ocasiones. Nunca nos apartemos o nos alejemos del equilibrio y la sensatez. Busquemos ese sentido común, tan cacareado por los que menos se aproximan a él. Expongamos criterios independientes, pero no por simple rebeldía, sino con ánimo constructivo, analicemos las informaciones con mucha seriedad y honestidad... ¡Reflexionemos adecuadamente!


Aprendamos a interpretar las noticias y los datos con amplitud de miras y, sobretodo, por nuestra propia cuenta, con el fin de que no lo hagan por nosotros y no consigan engañarnos tan fácilmente... ¡Para que no nos manipulen! Pero hagámoslo con ponderación, seamos dignos de nuestra condición humana y cuadremos, antes de abrir la boca, nuestras conclusiones... ¿Que no es demasiado fácil?... ¡Que sí, lo sé! Pues para conseguirlo, creo que, como en toda labor bien planteada, es menester afanarse o trabajar duro, igual que si de un deporte se tratase. Cualquier disciplina requiere un entrenamiento y esfuerzo para dominarla o domarla... ¡Hasta un simple y común juego de naipes!... ¿O es que, acaso, piensas que estoy distanciándome de la realidad?... ¿No es muy oportuno o prudente lo que digo?... ¡Quizás! ~ Pero, opino que, en estos agitados tiempos, puede considerarse lo más aconsejable y, posiblemente, lo más urgente y/o importante para nuestro futuro.

¿No merece la pena mejorar nuestras expectativas? ~ Nos estamos acostumbrando, ya, a oír demasiadas trolas que, maliciosamente, se destinan a "comernos el coco"... Y no digamos de cuando esas patrañas son suplantadas por injurias, infamias, feas calumnias o difamaciones, graves ofensas que, en muchos casos, no nos queda otra solución que asumir el popularísimo "ajo y agua". ¿Es que va a resultar que todo es admisible, en esta época? ~ Como ciertas preguntas que unos pocos tertulianos se han formulado, en ocasiones, también yo interrogaría: - ¿Vale cualquier fórmula? ~ ¿El fin justifica el engaño como medio para conseguir algo de dudoso provecho? ¿Estamos completamente seguros de la validez de nuestras actitudes o mensajes? ~ ¿No sería preferible y conveniente para todos que, en algunas bocas, no entraran ni moscas, ni moscones?... No hablo de cercenar o recortar la libertad de expresión, sino de ejercerla con una mayor responsabilidad, pues, el no hacerlo, deriva en consecuencias a las que dicha libertad, en mi humilde opinión, no contemplaría como defendibles o ajustadas al espíritu de su esencia u objetivo... Revisemos, pues estos principios que, aunque con muy buena intención, logramos conformar como una herramienta de doble filo, un bumerán que puede volver y destrozarnos la cara.

Cualquier realidad se nos muestra, en la mayoría de las oportunidades, con el matiz que le desean asignar o atribuir algunos, netamente influenciados por razones o cuestiones ideológicas o de cualquier otra naturaleza. Cada cual intenta "arrimar el ascua a su sardina", sin importarle significativamente la verdad de los datos que maneja, los que, por otra parte, casi siempre, son escogidos por conveniencia, para argumentar sus conceptos preconcebidos, ya, con anterioridad. Procuremos resistirnos a ello, reflexionando con honradez y decencia intelectual, sin cobijarnos en las sombras que, supuestamente, mejor nos convienen. La honestidad espiritual, a veces, nos reclama una rendición de esfuerzos que pueden importunarnos lo suficientemente, al principio, como para molestarnos profundamente, aunque, después, siempre acabamos recibiendo el fruto que nos recompensa o gratifica por nuestro trabajo bien hecho. Debemos saber que, como casi siempre, al cumplir con las obligaciones éticas que nuestra condición humana nos impone, obtenemos la gratificación o el premio que las leyes naturales nos reservan. No obstante, que a nadie se le ocurra intuir que se trata de algo monetario o material. Puede que de consumo, eso, sí, pero y en todo caso, destinado a nuestra alma... ¡Que es la que más debe importarnos! Y no vaya a considerarse que esto es, gratuitamente, hablar por hablar, que lo es. ¡Ni tampoco pensar por pensar! Nada más lejos de mi sana intención, si es lo que está maquinando el lector, sino más bien todo lo contrario, puesto que necesitamos contrarrestar todos esos influjos producidos por los malos hábitos a los que me he referido ya y que son los que nos ofrecen y fuerzan a recibir unos pobres resultados, contraproducentes, en ciertas ocasiones, hasta para sus más acérrimos defensores.

La Reflexión (2)

~ PRÓLOGO ~ ~ ~ Continuación de la PRESENTACIÓN.

Desarrollando estos manifiestos no pretenderé, ni por lo más remoto, crear obras científicas, sino, simplemente, revelar o exponer mi pensamiento sobre cualquier materia o mi visión personal del asunto que trate, sin títulos académicos que avalen mis conocimientos o mis afirmaciones. Me asesoraré en las vivencias o experiencias acumuladas, sobretodo en las que más me ayudaron a comprender mejor algunos enfoques, consiguiendo apreciarlos con más limpieza o precisión. Me apoyaré en mi particular interpretación, aunque sin menospreciar ni al sentido común, ni a la lógica de los hechos. Tampoco voy a negar que alguna cosita habré leído u oído sobre las materias que escoja, ya que algunos argumentos, en cualquier situación y tiempo, han conformado unas magníficas ocasiones para entablar debates apasionadísimos entre todo tipo de gentes. Poquitas criaturas humanas habrán obviado el hecho de lanzar comentarios sobre alguno de los temas con los que trabajaremos, pues serán de actualidad, todos y cada uno de ellos...  ¡Carne de cañón, para librepensadores! ~ ¿Y, puestos, ya, porqué no imaginarnos que serán, también, presa de tu curiosidad?

No debemos tolerar, sin una cierta resistencia, unas manipulaciones destinadas a convertirnos en el rebaño de unos poquísimos interesados en que esta situación siga sin ninguna alteración que les imposibilite la ejecución de unas maniobras indignas y para las que dedican un enorme coste económico y otros medios que sólo están a su alcance, para lanzar perversas propagandas que convenzan al pueblo, ignorante e indefenso, de la benevolencia de sus intereses e intenciones. ¿No es, este asunto, verdaderamente mezquino? Y, con la finalidad de lograr estos propósitos, llegarán hasta ofrecernos ciertas "generosidades", para demostrar que sus intereses son los que interesan a todos los interesados... ¡Y, que son muchísimos, claro!... Aunque... ¿Te interesan, a ti?... Pues, en caso afirmativo... ¿Qué interés ves en ello, amig@?... ¿Y qué es lo que puede despertar tu interés?... Procuraré, pacientemente, que os intereséis todos por él, sin ningún interés insano por mi parte, sino y con franqueza, desinteresadaMENTE... ¡Dentro de lo que cabe!... ¡Vaya frases más INTERESantes! Espero que no desprecies, en exceso, estas divertidas redundancias que suenan tan repetitivas, intenta ver la miga que, como en los chistes, cualquier gracia, hecha con buen humor, encierra. Tenemos mucho de lo que pensar y escribir... ¡Y leer!... ¿No? ~ Esto es lo que queremos hacer y, de ello, trataremos en este espacio cibernético... ¡Unas maravillosas razones y nobles propósitos para nuestros trabajos o artículos!

Éste, de la libre reflexión, es un matiz intelectual que, a mi entender, se merece la máxima consideración, me ilusiona y quiero intentar entrenarlo porque, desde muy joven, siempre me ha preocupado el hecho de conseguir una correcta ejecución de los planteamientos del pensamiento. Para ese cometido, he invertido unas cuantas horas, prestando toda mi atención y tomando en consideración todo aquello que se me llegó a ofrecer para enriquecer mis valoraciones. Pero, aún de tal modo, recalco que volcaré, aquí, mis propias opiniones o deducciones y, ciertamente, las de otros a las que he hecho mías. Por lo tanto, estos trabajos quedarán lejos de ser tenidos en cuenta por ninguno de los eruditos y su contenido no deberá considerarse como cogniciones irradiadas de la sabiduría o sapiencia, sino como simples creencias o raciocinios míos, quedando en disposición de acoger, con diligencia, todas aquellas modificaciones, ampliaciones o correcciones que se me acrediten como válidas o justificadas, mediante cualquier explicación que resulte convincente. Ésta sería la fórmula que aconsejaría, principalmente, a todos los que se inicien en alguna clase de aprendizaje o estudio, una máxima que considero muy conveniente seguir para que nuestras meditaciones desemboquen en aciertos, lo que contemplo como un primer paso para la perfecta asimilación de cualquier tipo de enseñanza o doctrina. Cada maestrillo tiene su librillo, o tenemos una forma desigual de desenvolvernos y lo admito como legítimo, pero los desenlaces no tienen porqué ser los mismos, ni saldarse con idéntica fortuna. Cada acción alberga una reacción diferente, aunque sus efectos nos puedan resultar con una cierta semejanza, o, así, nos lo parecer.

Las convicciones que expresaré en estas publicaciones, serán de mi propia cosecha y procuraré individualizarlas por conceptos, para su mejor estudio y comprensión. Esto me parece una forma sencilla de desmenuzar una materia para examinarla con más detalle y pienso que éste es el modo más positivo para probar de no perjudicar la propia evolución del tratamiento de cualquier propósito substancioso y, por ello, como debe ser, no voy a recomendar, ahora, que se precipite el enjuiciamiento de sus párrafos, líneas o frases, acelerando su conclusión o anticipándose a ese juicio que correspondería elaborar al término de cada lectura y con tiempo para conseguir aprehender todos sus distintos conceptos o apreciaciones. ¡Cada cosa a su tiempo!

Estas frases preliminares son convenientes para iniciar la presentación de estos trabajos y, como en cualquier otro análisis medianamente serio, cabe decir, aquí, que es muy importante comprender, previamente, cada uno de los enunciados para pasar al siguiente y, así, capturar sus instrucciones con mayor facilidad. Pues, ante cualquier duda, aconsejo releerlos enteros y despacito. Las prisas no son buenas aliadas para ganar estas lides, ya que tenemos que lidiar ideas que deben ser objeto de reflexión pausada, con mucha calma, si lo que queremos es conquistar nuestras pretensiones para poder ganar la partida y vencer... ¡Bueno!... ¡Mejor, convencer! ~ ¿No te parece?

Lo más interesante empieza en el apartado 3. 

La Reflexión (3)

Lo que considero que debo decir... ¡Sobre la REFLEXIÓN!

El arte, la ciencia o el deporte de pensar o reflexionar, no resulta tan sencillo de entender, aprender, practicar y dominar como nos pudiera aparentar, a primera vista, a la inmensa mayoría de los mortales. Estoy hablando de hacerlo bien, pues para ejecutarlo como lo venimos efectuando comúnmente, no serían necesarias estas atrevidas aclaraciones mías, ni las de otros más cualificados que yo, pues...

Aunque te pueda no parecerlo,
así... ¡Todos sabemos hacerlo!
Y desde nuestra más tierna infancia,
vivamos en España o en Francia.
En estos decasílabos versos,
reflejo mis instintos perversos,
pero volvamos a la decencia
de lo tratado... ¡Con transparencia!

Intentaré, pues, clarificar esta cuestión, con toda la capacidad que me concedan o permitan mis aptitudes... ¡Que no son muchas! Para empezar, nos conviene forjar nuestro criterio mediante un proceso de adopción de nociones fiables, procedan de donde procedan, que nos permitan discernir con propiedad y poder, así, componer ideas sólidas y nítidas. Esto resulta imprescindible para que logremos obtener una investigación más amplia y clara de la temática que tratemos y con ella, consigamos alcanzar una mejor y más completa comprensión de ella. "Da igual si eres menos o más que yo, es vacuo, lo que me interesa es que tengas algo que darme y que me convenga... ¡Eso necesito de ti!" es la frase que mejor podría definir el principio al que nos tendremos que agarrar, con toda seguridad. No es tan complicado entender esta afirmación, tanto como desarrollar su mandato y, no por motivos de escasez de luces, inteligencia, sino por otros mucho menos dignos, como lo sería la pertenencia o adherencia a ideas que se mantienen cerradas o ancladas,  por directa influencia de nuestras más arraigadas tradiciones.

Nuestro convencimiento debe construirse detrás de unos filtros que lo protejan, impidiendo el paso a los desatinos, sofismas, engaños o tergiversaciones, aunque salgan del alma de nuestros más amados familiares o allegados, así como de otros personajes admirados, venerados o idolatrados. Y, aún con tales dificultades y los riesgos que todas ellas entrañan, se podrían garantizar unos buenos resultados, siempre que sigamos, con cierta perseverancia, las directrices que, aquí, se van a contemplar, pues se trata de analizar la mejor forma de apropiarnos de una eficiente reflexión, herramienta necesaria que nos permitirá la construcción sólida de nuestro ideario y, en buena consecuencia, de un mejor juicio. ¿No es, esto, lo que todos los seres humanos deberíamos desear?... Pero, desgraciadamente, no es, sustantivamente, lo que vengo apreciando, en la casi totalidad de mis congéneres. ¡Habrá que cambiar todo esto!... ¿No?

La constancia en nuestros intentos nos entregará la llave para abrirnos paso entre las variadas adversidades que surjan y nos impidan llegar a cantar victoria. Nadie que presuma de cordura debe poner en tela de juicio el hecho de que, como humanos, somos seres falibles, demasiado llenos de imperfecciones, defectos y carencias, pero, aún así, creo que todos nosotros debemos intentar, con el máximo esfuerzo, caminar hacia el claro destino de orientarnos lo máximo posible y en la buena dirección para poder dar en la diana de alguna de las evidencias o certidumbres que nos rodean... ¡Que no es tan complejo!... ¡Probémoslo!... ¡Sin actitudes enrevesadas! Aunque quiero y es necesario decirlo, que, sin trabajar intensamente por ello... ¡Difícilmente lo lograremos!

Nuestra dotación de inteligencia nos compromete, espiritualmente, a cumplir con su correcta aplicación, ya que no se trata de un juguete que nos haya regalado la naturaleza. Ese don natural es una gracia especial que nos ha sido otorgada por quien cada cual quiera suponer o creer, pero con la generosa intención, deduzco, de que logremos evolucionar mejor y más rápidamente que las restantes especies. No sé porqué esto es así, pero es lo que hay o, con toda franqueza, lo que veo y a eso me atengo, ya que no contemplo, en principio, la posibilidad de su demostración, al menos, mientras permanezcamos en esta terrenal vida.

Parece de recibo el que necesitemos aclarar las turbias aguas del río para poder apreciar, con la suficiente transparencia, el fondo de su cauce... ¿Qué es lo que quiero significar con esto?... Confío en que se capte, correctamente, la relación de analogía de esta metáfora fluvial, pues todas las cosas deben trabajarse con mucho afán para perfeccionarse y no va a ser menos este mundillo de las consideraciones o de la idealización. Al practicar esta sana y eficaz manera de pensar, abrimos la puerta a la comprensión, elemento clave de nuestra función como animales racionales que somos y que podríamos serlo aún en mayor grado, si nos dejásemos llevar por ese enorme potencial que nos ofrece nuestra constitución o estructura original. Como tales seres, intuyo que forman parte de nuestras obligaciones, la búsqueda de concreciones, así como la constatación de las realidades con las que nos encontremos. Así, agrupando todas ellas, conseguiremos ampliar nuestras perspectivas y nuestros pensamientos se verán fortalecidos con tan nobles y fructíferas aportaciones.

En el hipotético caso de que mis apreciaciones no coincidieran con aquellas que cualquier otra persona pudiera tener preconcebidas, sería conveniente compararlas detenidamente, analizándolas correctamente y sopesando los argumentos dispares con ecuanimidad, no dejándose llevar por las modas o prejuicios establecidos ocasionalmente por nuestra sociedad o nuestro entorno más próximo, tal y como pudieran ser la familia, nuestras mejores amistades, algunos personajes que merezcan nuestra admiración o cualquier clase de autoridad. Con toda seguridad, atinaríamos mejor si atendiésemos, con más intensidad, a la verosimilitud del concepto que a la del conferenciante... ¿O es que, en ningún caso, ningún genio ha cometido una idiotez o ha afirmado alguna estupidez?... Es natural, sobretodo en materias que no se dominan... ¿O ha existido, alguna vez, algún ser humano, exceptuando al que tú pudieras pensar, por motivos de fe, que haya abarcado todas las ciencias, artes y demás conocimientos, en todo momento y condición?... ¿Qué sí?... ¿No lo dirás en serio?

Todos los desacuerdos, correctamente formulados, no harían otra historia que aprovecharnos, engrandeciendo nuestras apreciaciones. ¿O, acaso, los acordes disonantes no forman parte de la música y componen, con los restantes, el todo? En todas las cuestiones, tanto la objetividad como el equilibrio tienen que regir nuestras comparaciones, siempre que queramos aproximarnos a las verdades intemporales. Un auténtico postulado no puede variar porque transcurra un cierto período de tiempo o cambie cualquier otra circunstancia ajena a su planteamiento. Y no estoy hablando de axiomas, sino de cualquier aseveración que se asiente en esa justicia que va más allá de nuestras leyes actuales y que se alimenta de la lógica, la objetividad o el sentido común, ese que, según se dice popularmente, es el menos común de los sentidos.

Es de una indudable certeza el hecho de que, por lo general, tanto ese como algunos otros sentidos, no sean administrados pertinentemente por la mayoría de nosotros, pero eso sólo es imputable a nuestra falta de responsabilidad y a nuestros prejuicios que, la mayoría de las ocasiones, proceden de las personas que más queremos o admiramos. Esto se origina, históricamente, en los resquemores que propician las múltiples divisiones de nuestra especie, ya sean socioculturales, clasistas, sexuales, étnicas, religiosas, políticas, geográficas u otras peculiaridades que, desde siempre, han diferenciado a los seres humanos en sus plurales facetas.

Como en una carrera de relevos, pasamos el testigo de las incorrecciones, desaciertos o falacias de nuestros padres a nuestros hijos y, así, perpetuamos algunos de estos malentendidos, en aras de nuestras viejas tradiciones o costumbres familiares... El amor de un familiar puede ser casi insuperable, pues los hay dispuestos a entregar su vida por la tuya, pero sus conocimientos o raciocinios, generalmente, son harto mejorables. ¡Sin ofender a nadie!... Es lo más razonable que se puede decir de cualquier persona. ¡Que somos humanos!... ¡Y ya se sabe!

Tengo el convencimiento de que, si lo intentásemos con ahínco, podríamos conseguir superar estos impedimentos, siempre que queramos aniquilar esa estupidez de la que no soy el primero en hablar o en atribuirnos. Creo en que no se trata de una utopía, ni siquiera de una endeble entelequia, sino de algo más cándido y que está al alcance de cualquiera que desee proponérselo sinceramente y se empeñe, con toda honestidad, en conseguirlo. La mayoría de las veces, aquello que consideramos irrealizable no lo es y sólo encierra algunas penalidades o ciertos superables contratiempos, que, en muchos casos y por comodidad, ni nos molestamos en intentarlo. Estamos más a gusto siguiendo la corriente que desplazarnos en contra de ella... ¿Para qué?... ¡Pensaríamos! O, como dirían ciertos humoristas: "No es que no quiera ir, pero ir por ir..." En mi opinión sólo necesitamos vencer esa inercia, siempre que podamos, pues no sé si nuestros genes, es broma, transigirían... ¡Vete, tú, a saber!